Chistes

Dos chistes de suegros

Una pareja de esposos, con varios años de matrimonio, tuvo un terrible accidente, en el que ella resultó con graves quemaduras en la cara. El médico le dijo al esposo que no podía usar ninguna parte de la piel de ella para hacerle un implante, porque era demasiado delgada. Así que el esposo se ofreció a donar su propia piel para lo que fuera necesario.

Sin embargo, luego de examinarlo, el médico le advirtió al esposo que la piel que podría utilizar sólo sería la de sus glúteos. Conversaron los dos esposos y acordaron que a nadie contarían de dónde se había obtenido la piel, y le pidieron al médico que también guardara el secreto. Después de todo, éste era un asunto muy delicado.

Al término de la operación y el período de recuperación, todos quedaron muy sorprendidos con la flamante belleza de la paciente. ¡Había quedado más hermosa de lo que había sido antes! ¡Todos los amigos y familiares de ella no hacían sino elogiar su juvenil belleza!

Un día, ya en su casa, estaban solos los esposos, y ella se sintió muy emocionada con el sacrificio de él, y le dijo, «Mi amor, quiero agradecerte por todo lo que hiciste por mí, aunque creo que jamás habrá manera de pagarte por ello».

«Vida mía», contestó él, «no pienses en eso. Siento que me lo agradeces cada vez que veo a tu madre saludarte con un beso en la mejilla».

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EL muchacho, toca a la puerta de la casa de su novia. Tiene el tino de abrirle el padre de la muchacha.
-Buenas tardes, joven
-Justamente vengo a hablar con usted.
-Bueno, pues, pase joven, vayamos a la sala y ahí me cuenta de qué quiere hablar conmigo. ¿Y bien?
El joven, todo decisión, responde:
-Mire usted, vengo a comunicarle que a su hija y a mí nos gustaría compartir nuestras vidas ,nos queremos casar.
-Pues está muy bien eso de que se casen, pero dígame, muchacho, ¿ya cuenta con un salario digno para poder sustentar a mi hija y los hijos que vengan?
Con gran aplomo el chico, contestó:
-Mire, aunque soy ingeniero titulado, no gano mucho. Sin embargo, su hija me ha comentado lo que su distinguida esposa y usted ganan, por lo cual, confío en poder tener una pequeña ayuda de ustedes para pagar el teléfono, el agua, la luz, el supermercado y otras cosillas.
Un poco sorprendido por la respuesta, el padre, hace otra pregunta:
-Bueno, ¿y piensan comprar un departamento, una casa o prefieren rentar?
El joven, con mirada inocente, contesta:
-Si antes le pedí una pequeña ayuda para poder ir viviendo dignamente, hemos también pensado que, como esta casa es muy grande, podríamos vivir aquí perfectamente dos matrimonios, y por lo tanto, no es necesario comprar o alquilar departamento o casa. Deseamos vivir en esta casa con ustedes.
El señor, desconcertado por la actitud del muchacho, continúa con el interrogatorio:
-Dígame algo, ¿tiene automóvil?
El joven, sonriendo, responde:
-Mire, no tengo coche pero he estado pensando que si usted tiene tres, para qué vamos a comprar uno más. Usted nos deja el que les sobra y así no es necesario adquirir otro.
En ese instante, entra en la sala la madre de la novia, quien, mirando primero al joven y luego a su esposo, pregunta cordialmente:
-Buenas tardes ¿Se puede saber qué hablan?
El esposo responde:
-Querida mía, qué bueno que llegas, es importante que escuches esta plática, el señor Gallina me comentaba que pretende ser el futuro marido de nuestra preciosa hija.
El joven, desconcertado y molesto, inquiere:
-Pero ¿por qué me llama señor Gallina?
A lo que el presunto suegro revira:
-Y bueno, grandísimo hijode&$(&, ¿cómo demonios quieres que te llame si hasta ahora lo único que quieres poner son los huevos?»

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