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La pensión de jubilación

Al cumplir la edad reglamentaria me presenté al Seguro Social a tramitar la pensión por vejez. La funcionaria detrás de la ventanilla pidió la cédula de identidad para verificar mi edad.
Busqué en todos los bolsillos, pero finalmente concluí que había dejado la cédula en la casa, por aquello del alzheimer.
Le dije a la oficinista que lo sentía mucho, que iría a la casa y volvería más tarde.
En eso, la oficinista dijo:
-Desabotónese la camisa.
Lo hice y mostré los abundantes, pero canosos vellos de mi pecho.
-Esos pelos canosos son prueba suficiente para mí- dijo la mujer y procesó la solicitud.
Cuando regresé a casa, emocionado conté a mi esposa lo que me había sucedido en el Seguro Social.
Comentó entonces ella:
-¡Debiste bajarte los pantalones, a lo mejor también te hubieran dado una
pensión por invalidez!

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