16 chistes cortos de médicos

– Doctor, ¿qué puedo hacer para que este año mi mujer no se quede embarazada en vacaciones?
– Vaya con ella.

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– Doctor, me duele la pierna izquierda.
– Eso es por la edad.
– Pues la derecha es igual de vieja y no me duele.

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– ¿Desde cuando tiene usted la obsesión de ser un perro?
– Desde cachorro, doctor.

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– Desnúdese.
– Pero doctor, me da vergüenza.
– Tranquila mujer, apagaré la luz.
– Esta bien … ¿Y dónde pongo la ropa Doctor?
– Aquí junto a la mía.

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– Doctor, entonces ¿no hay más remedio que operarme?
– Desde luego.
– Pero si no tengo nada.
– Mejor, así será más fácil la operación.

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– Doctor, es que no me decido a operarme.
– ¿Por qué?
– Es que es una operación carísima.
– Y a usted qué más le da, si la van a pagar sus herederos.

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– Doctor, mi hija no se encuentra bien.
– Dígame, ¿su hija esputa y excrementa?
– Mi hija lo es, pero no escarmienta.

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– Veo que hoy tose usted mejor.
– Sí doctor, es que he estado toda la noche entrenándome.

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– Doctor, mi marido ya no es lo que era. ¿Puede usted hacer algo para dejármelo como un toro?
– Por supuesto, desnúdese y empezamos por los cuernos.

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– Es urgente su análisis de orina, heces y semen.
– Pues tome usted los calzoncillos, yo también tengo tengo prisa.

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– Doctor, ¿cómo ha ido la operación de mi mujer?
– ¿Operación? Pero, ¿no era una autopsia?

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– Doctor, vengo a que me osculte.
– Ráspido en el arsmario.

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– Doctor, tengo complejo de fea.
– De complejo nada.

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– Su mujer está en las últimas.
– ¿De su enfermedad?
– No de las listas de espera.

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En un chequeo médico de empresa:
– Desnúdese señorita.
– ¿Otra vez? Si otro colega suyo me ha reconocido hace cinco minutos y me ha dicho que estoy estupenda.
– A mí también me lo ha dicho, por eso quiero comprobarlo.

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Dos granjeros hablando sobre la monta de sus vacas:
– … y entonces cuando parecía que mi toro no iba a poder con las reses del Dionisio, apareció el veterinario con un tónico que lo arregló todo. Le dio una dosis y tenías que haberlo visto, en una hora montó tres veces a todas las vacas.
– Oye, ¿y qué tónico es ese?
– No sé, pero sabe a menta.