Consecuencias de los desengaños -Humor
De Alfonso Castillo Gómez, excelente humorista colombiano.
Ciertas lecturas resultan muy instructivas y convenientes por mucho que uno crea saber sobre la vida y sus bemoles. Ayer por ejemplo salió en el diario una crónica sobre los desengaños amorosos y de ese escrito se desprende que un despechado -como también una despechada – desde luego-por amor, resulta bastante peligroso.
Los desengaños, dice el nombrado autor, afectan a las personas de modo diferente en cada caso. Algunas dizque se limitan a encogerse de hombros como si tal, pero otras, por desgracia la mayoría organizan unos tipos de venganza que harían tiritar a Eichmann.
Está, verbigracia, una muchacha que furibunda le echó encima el carro a su infiel amante, erradicándolo limpiamente a él y a dos transeúntes más. Un novio calabaceado que se casó con la madre viuda de la novia, lo cual por cierto y a pesar de estar citado como caso de venganza, deja de serlo para adquirir contornos de una idiotez inútil. A lo mejor se trataba de un plan elucubrado entre madre e hija para desvarar a aquella conyugalmente. ¡Nunca se sabe!
En Harlesden, barrio londinense, un tipo que no podía aguantar la idea de haber sido despechado por su amada, produjo daños materiales avaluados en millares de libras esterlinas, aparte de la muerte de dos hombres y la pérdida del hogar para once buenas familias. Esta diablo lo que hizo fue «vengarse» de la buena muchacha prendiéndole fuego al edificio de departamentos que ella y los suyos compartían con otras familias. La moraleja en esta instancia, está en que no debe uno mudarse a un edificio de departamentos sin antes averiguar si allí de casualidad mora alguna tipa alérgica a su novio.
Los incidentes que dejamos relatados son todos de origen foráneo, o, mejor dicho, que han ocurrido en países distintos al nuestro; pero naturalmente ello no significa en modo alguno que aquí estemos exentos de hechos similares, y de consecuencias todavía más graves. En diferentes épocas de la vida de nuestro país ha habido casos horrendos en la materia. Como el de un tipo que, rechazado enfáticamente por su novia al no haber sido capaz económicamente de obsequiarle a ella un auto deportivo, optó por incorporarse al partido opuesto al de su amada, dejando de esta determinación una constancia pública, como cualquier suicida de vecindario. Otro de cuyo nombre también nos reservamos por razones obvias, exteriorizó su venganza presentándole a su dama, antes del rompimiento, a un intelectual puro, que dos semanas después tuvo que ser evacuado de la casa a puntapiés por el padre de la niña. Pretendió leerles su más reciente producción: » ¡Campesinos búlgaros huyendo de la vacuna! »
Y si los hombres despechados representan un peligro digno de cuidado, ¿qué decir de las mujeres en idéntica condición? Sabemos de una, para no extendernos demasiado, que se ingenió un plan diabólico, porque así y todo no despechó a su novio, ¡Se casó con él!