Cuatro chistes parroquiales
Una chica muy guapa llega al confesionario.
– Padre, quiero confesarme…
– Dime, hija.
– Imagínese que yo estaba con mi novio en la casa y mi mamá salió a comprar algo…
– Sigue, hija mía…
– Entonces él comenzó a besarme…
– Sigue, sigue.
– Entonces él me quitó la falda…
– Continúa, hija…
– Luego me quitó la ropa interior y…
– Adelante, hija.
– Luego me hizo acostar en el mueble y …
– Sigue, sigue, sigue…
Entonces ahí llegó mi mamá.
-¡Maldita vieja!
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Un cura le dice a su amigo rabino:
-Tengo un truco para comer gratis.
-¡Super, cuéntame cómo!.
-Voy al restaurante bastante tarde, pido una entrada, plato principal, quesos, postre y me tomo todo mi tiempo para tomarme un café, un cognac y un buen cigarro y espero el cierre de las puertas. Como ni me muevo, cuando ya han levantado todas las mesas, colocado las sillas sobre las mesas para barrer, viene el mozo a preguntar si le puedo ir pagando, porque ya se van, entonces le respondo:
-Pero si ya le pagué a su colega que se fue antes. Es así de simple.
El rabino entonces le dice:
-¡Qué genial!… ¿probamos juntos mañana?
-De acuaerdo, le contesta el cura.
La noche siguiente los dos compadres van al restaurante: entrada, plato principal, quesos, postre, etc.
Llega el momento del cierre, se acerca el mozo, les pregunta si les puede cobrar y el cura le dice:
-Lo siento, pero ya le pagamos a tu colega que ya se fue.
Y el rabino agrega:
-¡Estamos desde hace rato esperando el vuelto!
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Al Padre Pascual le estaban haciendo su cena de despedida por 25 años de trabajo pastoral ininterrumpido en una Parroquia.
Un político de la localidad y miembro de la comunidad fue invitado para la presentación del regalo y un breve discurso.
El político se tardó en llegar, el sacerdote decidió dar unas palabras él mismo para llenar el tiempo:
-Mi primera impresión de la Parroquia la tuve con la primera confesión que me tocó escuchar. Pensé que me había enviado el Obispo a un lugar terrible, ya que la primera persona que se confesó me dijo que se había robado un televisor, que les había robado dinero a sus papás, había robado también en la empresa donde trabajaba, además de tener aventuras sexuales con la esposa de su jefe. También en ocasiones se dedicaba al tráfico y a la venta de drogas, y para finalizar, confesó que le había trasmitido una enfermedad venérea a su propia hermana. Pero luego, todas las personas resultaron ser para nada semejantes a este hombre… es más, viví la realidad de una parroquia llena de gente responsable, con valores, comprometida con su fe y así he vivido los 25 años más maravillosos de mi sacerdocio.
Justamente en este momento llegó el político, por lo que se le dió la palabra para la presentación del regalo de la comunidad.
Por supuesto, pidió disculpas por la tardanza y empezó diciendo:
-Nunca se me va a olvidar el primer día que llegó el Padre Pascual a nuestra parroquia, de hecho, tuve el honor de ser el primero que se confesó con él.
Moraleja: ¡Nunca llegues tarde!
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Durante un ensayo de boda el novio propuso al pastor una oferta inusual.
–Mire, le doy $100 si usted cambia los votos matrimoniales . En la parte donde se supone debo prometer: «Amar, honrar, obedecer y ser fiel para siempre», yo apreciaría que esa parte la dejara afuera.
Le entregó al ministro los $100 dólares y salió satisfecho.
En el día de la boda, cuando llegó el momento de dar sus votos, el pastor miró al joven en los ojos y dijo:
-¿Promete postrarse ante ella, obedecer sus órdenes y deseos, servirle su desayuno en la cama cada mañana de su vida, y jurarle eterno amor ante Dios a su amada novia y jura que nunca en su vida mirará a otra mujer?
El novio miró alrededor y dijo en una vocecita:
-Sí.
Acercándose al pastor le susurro
-¿No teníamos acaso un acuerdo?
El pastor puso un billete de $100 dólares en la mano del novio y susurro:
-Ella me hizo una mejor oferta.