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Las desgracias no vienen solas…

Esta historia trata de dos pescadores, hermanos gemelos, uno soltero y el otro casado. El soltero tenía una vieja lancha de pesca con la  cual era lograba su sustento.
Un día, muere la esposa del hermano casado y coincidencialmente la lancha del hermano soltero se fue a pique al fondo del mar.
Una viejita vecina, llamada Rosaura , llega a va a darle el sentido pésame al viudo, pero confunde a los gemelos
y se dirige a quien  ha perdido la lancha.
-Cuánto lo siento, recién me enteré de tu terrible pérdida.
-Sí, estoy destrozado, pero es preciso enfrentar la realidad. Debo reconocer que ya estaba  vieja: la rajadura de adelante estaba tan grande que ya no había con qué llenarla y el agujero de atrás se agrandaba más cada vez que la usaba, además se veía deformada  de lejos y no  le podía quitar el olor a pescado. La parte de atrás estaba bastante caída y las curvas de adelante casi habían desaparecido, pero no me siento culpable porque se la presté a cuatro amigos para que se divirtieran, les pedí usarla  con cuidado, pero se montaron los cuatro a la vez y ella no aguantó.

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A la vecina Rosaura, víctima de un infarto, la enterraron al otro día…

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