El guerrillero que pisó su propia mina
Desde 1990, 10.773 personas han sido víctimas de minas antipersona en Colombia. Andrés es una de ellas.
«Desde niño decidí que no quería ser campesino como mis papás y que me iría pa’ la guerrilla con los amigos… ¿pa’ qué te miento? De todas formas no había mucha opción en el pueblo y siempre me gustaron las armas y andar pa’ arriba y pa’ abajo en las camionetas. Así que no fue una decisión difícil de tomar. Eso fue como en 2005… yo tenía como 13 años».
Andrés es exguerrillero de las Farc en el Caquetá y con seguridad la mina que le hizo perder la pierna derecha fue sembrada días atrás por él mismo. Andrés fue entrevistado por VICE para #Pacifista, su especial de contenidos sobre la paz:
«Me fui pa’ Arauca con mi escuadra a ayudar en unos operativos y allí mismo conocí a mi esposa. Estuvimos combatiendo en diferentes lados hasta que decidieron una tregua y comenzamos a hacer operaciones conjuntas con el ELN en contra del Ejército. Ya ves que las guerrillas son como perros y gatos que a ratos se persiguen y luego se reconcilian… pero lo nuestro fue secreto porque eso no se permite en un conflicto. Juntos pero no revueltos, como dirían por allá. Yo me saltaba la zanja cada noche para ir a verla, y creo que solo me lo perdonaron porque era como uña y mugre con mi comandante… Al fin que después de eso seguí poniendo minas durante un buen rato en campos de coca pa’ que no los quemaran, hasta que al regreso de una misión de 15 días tuve que volver por un camino que yo había minado unas semanas antes y me confié cuando el comandante me dijo que ya estaba seguro y que no había problema de que pasara por allí…».
«Ya ves que sí había problema, pero me enteré muy tarde».
Colombia es el segundo país con mayor número de niños afectados por el problema de las minas terrestres (el primero es Afganistán). Según cifras del gobierno, de 248 víctimas en 2014, 82 eran civiles.
Después de la explosión, Andrés fue transportado por sus compañeros durante cuatro días a través de selvas y potreros bajo el acoso del Ejército hasta llegar a la población de La Punta. Allí lo operó un cirujano aficionado que amputó su pierna podrida y lijó tan mal sus huesos que su herida constantemente se reabría. Hoy se encuentra en el Centro Integral de Rehabilitación de Colombia (Cirec) para recibir una nueva prótesis.