Una rutina de Verdaguer
-Hay un antiguo refrán que dice: lo bueno si es breve es doblemente bueno. Así que buenas noches y hasta pronto.
-Tengo tantos chistes para contarles que me siento como aquel sultán, que cuando cumplió 20 años le regalaron 50 hermosas muchachas, es decir, sé lo que tengo que hacer pero no sé por dónde empezar.
-Me he pasado la vida estudiando el humorismo desde todo ángulo posible: sicológicamente, fisiológicamente, biológicamente, antropológicamente y estúpidamente.
-El otro día fui a un siquiatra. Me pidió 1.000 pesos adelantados, yo le dije: «Doctor, es mi problema el que vengo a resolver, no el suyo».
-No hace mucho falleció un humorista amigo mío en la mayor indigencia, con otros humoristas decidimos hacer una colecta para enterrarlo. Yo me dirigí a un señor y le pregunté si por favor quería donar diez pesos para enterrar un humorista, él me dio 30, y me dijo: «Tome, entierre a tres».
-La vez pasada me recomendaron un doctor muy bueno. No como esos doctores que lo tratan a uno del hígado y uno se muere del corazón. Éste lo trata a uno del corazón, y uno se muere del corazón.
-Papá era tan pobre que cuando pagaba el alquiler dos meses consecutivos, la policía llegaba a preguntar cómo había conseguido el dinero. -Todos los años la cigüeña venía con un hermanito más, bueno, la cigüeña ya no venía, vivía con nosotros. Cómo sería, que cuando papá llegaba a casa del trabajo, tenía miedo de preguntar ¿qué hay de nuevo?
-Para dedicarse al teatro, hay que saber hacer algo, y yo sé hacer algo. Hay que tener audacia, y yo soy audaz. Hay que tener talento, y yo soy audaz.