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Foro internacional de sordos

La semana pasada tuvo lugar en la Concha Acústica de Bello Monte, la I Convención Internacional de Sordos, evento de gran importancia que a pesar de que no produjo mucho ruido en la prensa, se considera uno de los acontecimientos más trascendentes habidos en el país.
Al acto de instalación fueron invitados funcionarios del gobierno nacional y miembros de los partidos políticos que tradicionalmente se han hecho oídos sordos a las demandas populares, así como un numeroso grupo de jóvenes que no quieren oír consejos.
Lamentablemente, dado lo alto que se hablaba en las sesiones se nos hizo imposible cubrir toda la convención y nos limitamos a reseñar parte de la sección inaugural, que de paso casi nadie oyó.
Después de guardarse un minuto de silencio por los sordos muertos, que oyen menos que los otros muertos, comenzó el discurso el delegado norteamericano con éstas palabras:
-Quiero comenzar mi discurso en tan magna ocasión…
Pero el delegado soviético como es su costumbre lo interrumpió:
-¿Por qué con una oración? ¡Me opongo enérgicamente!
El delegado norteamericano prefirió no prestarle oídos y siguió:
-magna ocasión en que todos los sordos del globo…
-¿Un lobo? ¿Dónde? ¡Corran, que hay un lobo! -gritó el delegado de La India a la vez que se montaba en una tarima.
A los gritos de: ¡un lobo!, empezó a cundir el pánico general en la sala.
– ¿Para qué querrán un tobo? -interrogó el delegado chileno que todavía no se había percatado de lo que pasaba.
-No es un tobo- le respondió el español, lo que está diciendo es que él no es bobo.
-¿Qué ésto es un robo? -preguntó el delegado turco llevándose las manos a la cartera.
-Si, -respondió el italiano: -questo e algo nuovo…
Mientras la alarma cundía por todos los rincones, el delegado norteamericano, en uso de la palabra seguía hablando al no sentirse interrumpido ni por el ruido de una mosca.
El Director de debate, notando el desorden trató de llamar al orden:
– ¡Orden, orden en la sala!
– ¿Qué estamos en la mala? -inquirió el peruano a su colega de al lado.
El delegado francés viendo el caos imperante tomó la palabra:
– ¡Pido que hable un delegado europeo !
De inmediato todos los asistentes latinoamericanos agarraron sus pañuelos y se los llevaron a las narices.
A coro preguntaban disgustados: ¿ Quién fue el cochino?
-Llegaron los chinos, llegaron los chinos… -Se pararon los más anticomunistas.
– ¡Eso no es, eso no es! -trataba de controlar la situación el maestro de ceremonias, pero enfurecido el delegado egipcio gritó:
– ¡Suez no, jamás entregaremos Suez…!
Mientras tanto, el delegado norteamericano sordo como una tapia seguía su discurso sin oír nada de lo que se hablaba en el recinto, pero definitivamente la reunión se terminó cuando la sala de conferencias quedó abandonada al hablar el delegado de Montecarlos:
– ¡Calma señores!, calma, esto parece una casa de juegos!
Tres cuadras a la redonda se podía ver un poco de sordos corriendo desesperadamente mientras gritaban:
– ¡Fuego! ¡Fuego!

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